RELATO GANADOR DEL RETO #retoNavidaLLEC2022 del grupo de Facebook  LIBROS, LECTORES Y ESCRITORES Y UNA TAZA DE CAFÉ (Grupo LLEC)


UNA NAVIDAD DIFERENTE, de ELIZABETH NORLAM



Lo recuerdo claramente como si hubiera sucedido ayer, aunque han pasado varios años. Hacía frío, demasiado, lo que más deseaba era terminar y marcharme. Sin embargo, algo llamó mi atención y fue cuando lo descubrí.
Al otro lado de la calle, un Santa Claus parecía un tanto indiferente a los niños que se le acercaban. Fue ese hecho lo que me motivó a observarlo con más detalle. La engañosa luz de la calle no lo dejaba claro, pero podía jurar que su mirada estaba fija en mi tenderete. ¿Tal vez el frío que atenazaba mis huesos se ensañaba también con él a tal punto de congelarlo?
Miré el reloj, todavía me quedaba una hora de trabajo en la feria navideña en la que vendía castañas y vino especiado. El día había sido particularmente bueno gracias al frío, así que podía darme el lujo de ser una buena samaritana. Brindarle un vaso de vino caliente no afectaría mis ganancias ni el presupuesto ajustado con el que vivíamos mis hermanos y yo.
Pensar en eso me hizo recordar a Peter. Seis meses atrás, el hombre que consideraba mi amigo y novio me había comunicado que su empresa lo trasladaba a otro Estado.
—No puedo llevarte conmigo todavía. No sé cómo será la adaptación y movilizarte a ti y a tus hermanos sin la seguridad de un techo no me parece correcto —comentó en aquella oportunidad.
No pude hacer otra cosa que darle la razón. Tras la muerte de mis padres, ocurrida en un accidente automovilístico, yo era la encargada de cuidar a mis dos hermanos pequeños. Entre los gastos diarios, el colegio y el psicólogo, lo poco que ganaba en mi trabajo como técnica de ordenadores me obligaba a buscar otros de complemento, como el que tenía en esos momentos. Entendía a la perfección que Peter hubiera desaparecido del mapa. Desde su partida sus llamadas se fueron espaciando hasta no saber nada de él. Atrás quedaron los cuatro años de noviazgo y los sueños compartidos.
Suspiré con pesar, en poco más de un año había perdido a mis padres, mi estudios universitarios en una prestigiosa universidad y a mi novio. A cambio me había convertido en madre soltera de unos gemelos que, por edad, podían ser mis hijos y en trabajadora.
Moví la cabeza para alejar los tristes recuerdos y crucé la calle para entregarle el vino al congelado Santa.
—Tome, caliéntese un poco —ofrecí luego de esquivar a un grupo de niños que se afanaban en llamar su atención.
—Gracias, Eli.
Su voz y el que utilizara mi apodo me sorprendieron.
—¿Peter?
—He venido a buscaros.
Sus palabras me dejaron aun más sorprendida.
—¿A buscarnos? ¿Para qué?
Lo vi tensarse y aspirar.
—Quedamos en que nos juntaríamos de nuevo cuando estuviera instalado en Seatle —habló un tanto con dureza.
—Es cierto, pero hace semanas que no sé nada de ti y pensé que te habías olvidado —repliqué en el mismo tono después de esquivar a un par de niños que se acercaron para entregarle sus deseos.
—¿Por eso comenzaste a salir con el tal John? —preguntó de mala manera ignorando a las criaturas.
—¿John? ¿Te refieres a mi jefe? —pregunté cada vez más confundida.
—Sé que los dos os quedáis hasta tarde en el taller y que él te trae a casa muchas veces.
—¡Es lo mínimo que puede hacer luego de trabajar horas extras! —exclamé comenzando a cabrearme. Me sonrojé un poco al ver los rostros infantiles—. Y para que sepas, es un hombre felizmente casado.
—También tú estabas feliz conmigo —me reprochó— y no te importó desaparecer.
—Te llamé varias semanas seguidas y no hubo Dios que se comunicara contigo.
—Estos meses han sido de mucho trabajo. En más de una ocasión terminé durmiendo en la oficina y me olvidé de cargar el teléfono, de hecho también me olvidé de él —un ligero sonrojo apareció en sus mejillas.
—¿Por qué no me llamaste cuando te diste cuenta? —le reproché.
—Porque estaba molesto —contestó entre dientes, cogiendo más cartas infantiles.
—¿Molesto?
—John.
—¿Cómo es que mi jefe entró en esta conversación?
—Billy me lo dijo.
—¿Mi hermano te lo dijo? ¿Hablaste con él?
—Te llamé a casa y no estabas. Él contestó y me habló que te quedabas hasta tarde en el trabajo.
—¿Y no podías llamarme?
—¡Lo hice! ¡Muchas veces, pero me pusiste en tu lista negra!
—¡Eso es imposible! —exclamé alzando la voz.
—Señorita, no trate así a Santa. A las personas mayores se les trata con respeto —escuché decir a una niña.
—Tienes razón —fue lo único que se me ocurrió decir.
—555839379 —recitó él sin prestar atención.
—¿Qué es eso?
—¡Mi número de teléfono! —contestó alzando la voz.
—¡Su número! ¿Lo recuerdas? —las voces infantiles se reprodujeron.
—¡Ese no es tu número! —repliqué en el mismo tono.
—Lo es desde que lo cambié. Lo primero que hice fue llamarte, pero no me respondiste. Te llamé tres veces más antes de darme cuenta de que me habías bloqueado.
Saqué mi móvil y comprobé los números; en las últimas semanas me habían llamado con regularidad para ofrecerme productos de todo tipo y había optado por bloquearlos.
—Dices que empieza por 55...
—555839379.
—Anótalo rápido —ordenó un niño.
—Lo siento. Pensé que me vendían algo y lo bloqueé.
Peter suspiró
—Tengo frío —musitó como si esto lo explicara todo.
Miré a mi alrededor. La nieve comenzaba a caer y la presencia infantil aumentaba ansiosa por entregar sus deseos. Los tenderos comenzaron a recoger sus cosas así que me apresuré a hacer lo propio mientras lo dejaba con los niños. Cuando terminé de guardar me acerqué de nuevo.
—Y entonces, ¿cómo estamos? —pregunté sin saber qué pensar.
—Tú decides —contestó serio—. ¿Todavía quieres casarte conmigo? —preguntó con un tono esperanzado.
Exclamaciones de sorpresa se escucharon alrededor.
—Tengo dos niños de 10 años.
—¿Ya olvidaste que éramos vecinos? Los conozco desde que nacieron —replicó un tanto exasperado.
—Estoy a cargo de ellos —remarqué.
—Ya lo estabas cuando tus padres se iban de viaje.
—¿Estás dispuesto a cargar con el combo completo?
—Ya compré la casa y vi los colegios. Solo tienes que decir sí o no.
—Sí.
Una palabra fue suficiente para cambiar una vida. De ser una chica querida por todos pasé a ser la mujer más odiada de la 8th Avenue con 59th Street. Y todo por aceptar casarme con Santa Claus.

--------------------------------------------------------------------------------------------------------
ELIZABETH NORLAM


Elizabeth Norlam nació en 1971 y estudió en el continente Americano. Licenciada en Ciencias Políticas, especializada en procesos de gobierno y relaciones internacionales, es también correctora profesional de textos en Castellano.

Ávida lectora de relatos policíacos, incursionó en el género con la novela "Los crímenes del faro", seguida por "Los crímenes del pazo"; juntas forman parte de la serie Sucedió en Galicia.

Su más reciente trabajo, realizado bajo el seudónimo de Isabel No, es una novela de género romántico, titulada "Enfrentados".

En la actualidad vive en Galicia, al Noroeste de España, donde compagina su trabajo de correctora profesional con el de escritora indie.



Ha publicado:
Como Elizabeth Norlam:
Serie Sucedió en Galicia
-Los crímenes del faro (vol. 1)
-Los crímenes del pazo (vol. 2)
-Los crímenes del camino (vol. 3)
-Juego Mortal

Como Isabel No:
-Enfrentados
-La dama de Fairland
-Santa Bárbara
-Los cactus también florecen en montana
-Píldoras para poder dormir. Historias cortas
-Tiempos oscuros. Wildered



Comentarios